El origen de esta estilizada raza todavía sigue siendo un auténtico enigma, aunque sus virtudes como cazador son más que evidentes en la actualidad. Su fuerte instinto de cobro, inteligencia y lealtad son las señas de identidad de un perro que cada día cuenta con más seguidores.
Además, el peculiar color gris de su pelaje aterciopelado le dota de una sublime belleza que solo es superada por su gran afición cinegética.
La historia oficial del braco de Weimar o Weimaraner comienza el 22 de junio de 1897, cuando un club para “la cría pura del perro de muestra gris-plata de Weimaraner” se formó en Erfurt (Alemania). La evolución de la raza desde entonces está relativamente bien documentada, pero los registros históricos previos a esa fecha son mucho menos claros. Y cuanto más se retroceda, más confuso se vuelve y todo lo que tenemos son teorías basadas enteramente en especulaciones.
Mientras investigaba sobre la historia de la raza para mi libro sobre perros de muestra, revisé varias de estas teorías y encontré numerosas lagunas en la mayoría de ellas. La “teoría de los perros grises del rey Luis”, por ejemplo, sugiere que los Weimar descienden de los conocidos como Chien Gris (perros grises) traídos de oriente por el rey Luis de Francia cientos de años antes.
Los partidarios de esta teoría, por conveniencia, pasan por alto que la palabra “gris” no se refiere al marrón diluido que le da al Weimaraner su capa única. En el estándar moderno del grifón, spaniel de Picardía y otras razas, el término gris (grey en inglés) se usa para describir una mezcla densa de pelos blancos y marrones en la capa. Es más, los mejores perros del rey Luis se decía que eran tricolores en gris (marrón y blanco) y/o negro a lo largo del dorso y marcas rojas en las patas.
¿PERO QUIÉN CREÓ LA RAZA?
La otra teoría más generalizada es la que sostiene que la raza fue creada por el gran duque Carlos Augusto de Weimar. Sin embargo, cuando el Dr. Paul Kleeman, un renombrado experto alemán, intentó confirmar la teoría, concluyó que las actividades de caza del Duque de Weimar no tenían nada que ver con la existencia del Weimaraner. Y Robert Herber, también llamado “padre del Weimaraner”, escribió en Alemania: “He estado en contacto con el mayordomo y el jefe de caza en Weimar. No encontraron nada referente al Weimaraner a pesar de las búsquedas exhaustivas en sus archivos. El nombre se le dio probablemente porque el Weimaraner se dio en grandes cantidades en la zona de Weimar (ciudad de Turingia, en el centro de Alemania) y se crió allí. Incluso Diezel no dice nada del Weimaraner en 1873”. (Herber, Deutch Waidwerk Número 22, 1 de septiembre de 1939).
Personalmente, creo que la teoría que tiene mayor sentido es la conocida como “teoría del braco alemán”.
Es una de las más controvertidas y fue propuesta por primera vez en 1900 por varias autoridades.
Reclamaron que el Weimaraner era una versión gris del braco alemán de pelo corto o que fue creado de manera muy similar a él cruzando perros pesados del tipo antiguo alemán con pointer ingleses.
Karl Brandt, miembro fundador del Club del Weimaraner, apoya esta teoría, como hizo el Dr. A. Stoese, quien escribió en 1902 que el Weimaraner desciende de una perra pointer inglés de color blanco y amarillo, de pelo corto, importada a Alemania en 1820.
A diferencia de otras teorías, la del braco alemán está actualmente respaldada por evidencias circunstanciales bastante sólidas.
Varios testigos reiteran el hecho de que el Weimaraner fue transformado rápidamente de un perro grande y tosco de rastro a un pulcro perro de muestra.
Cuando era joven pude ver al Weimaraner, que parecía un bloodhund alemán de labios colgantes y ojos llorosos, pero ahora ha alcanzado la forma de un braco alemán, y estoy seguro que ha cambiado a mejor. (Carl Linke, citado por William Denlinger, The Complete Weimaraner, 36).
SU ORIGEN, UNA INCÓGNITA
Al final, es justo decir que nunca sabremos exactamente cómo se creó el Weimaraner, pero el hecho de que se haya derramado tanta tinta tratando de llegar al fondo de una historia plausible resulta revelador. Demuestra que los aficionados a la raza tenían que convencer a las autoridades caninas de que el Weimaraner no era simplemente otra nueva creación o una versión gris del braco alemán.
Habían visto cómo una raza conocida como el Württemburg había sido eliminada como una variedad de color no deseada del braco alemán, y se temían que ocurriese lo mismo con el Weimaraner. Por ello publicaron todo tipo de historias del supuesto pasado noble de la raza y sus conexiones con perros de la realeza de Francia.
Una y otra vez insistieron en la pureza del Weimaraner e incluso presentaron estudios pseudocientíficos basados en excéntricas teorías de cabezas con formas germánicas y otros sinsentidos.
Y sorprendentemente… ¡funcionó! Después de casi 20 años, la Comisión Delegada reconoció al Weimaraner como una raza separada e independiente. De todas formas, desde 1897 hasta 1922, el Weimaraner no tuvo su propio registro y se inscribía en el libro de origen del braco alemán. El Dr. Werner Petri escribió sobre el sistema que se utilizaba:
Durante los primeros años, los cachorros no se registraban; solamente los perros que previamente se habían presentado a exhibiciones o habían sido testados y evaluados. En ese momento, esto era realmente necesario, ya que los perros tenían que ser examinados primero para establecer su “pureza de raza”, al menos en lo que en apariencia se refería. En los primeros años, el número de Weimaraners que se registraron fue de cinco a 19. En 1900 se registraron 62, obviamente en masa, ya que se incluyeron perros nacidos en 1891. En los años siguientes los registros fueron escasos, pero en 1904 se llegó al récord de 121 ejemplares. Aquí, de nuevo, se pueden encontrar perros adultos nacidos en 1894. Después, los registros cayeron de nuevo. Entre 1907 a 1913 no se encuentran Weimaraners en el libro de origen. En total, en los diez primeros volúmenes del libro de origen del braco alemán, 265 Weimaraners fueron registrados.
El Dr. Petri continúa explicando que la creciente presión por eliminar la capa de color gris en el braco alemán llevó a rechazar la entrada de algunos Weimaraners en el libro. Como resultado de ello, muchos criadores de Weimaraners dejaron de registrar perros. Esto provocó que disminuyó el número de perros registrados y también el número total de la población: (…)
Se debe asumir que en esos años el Weimaraner como raza estuvo cerca de la extinción. Ese fue el destino de la raza Württemberg, que, al registrarse en el libro de origen del braco alemán, se extinguió o fue absorbida por el propio braco alemán.
AL BORDE DE LA EXTINCIÓN
En los primeros tiempos, el Weimaraner luchó por sobrevivir, estando cerca de la extinción en varias ocasiones. Pero a mediados de los años 20 del pasado siglo, la situación comenzó a mejorar, especialmente por los esfuerzos del mayor Herber, quien empezó a cazar con Weimaraners en 1915 y escribió mucho sobre ellos en los años siguientes. Fue elegido presidente del club de la raza en 1922 y actualmente se le conoce como el padre del Weimaraner por sus incansables esfuerzos para promover la raza.
El interés generado por el mayor Herber y otros cruzó el Atlántico y llegó a América, donde el cazador de Nueva Inglaterra Howard Knight oyó hablar de la raza por primera vez en la década del los años 20. En 1929 se convirtió en el primer extranjero en ser aceptado en el Club del Weimaraner. Incluso llegó a convencer a los miembros alemanes del club para que le vendieran reproductores, convirtiéndose en la primera persona en importar Weimaraner a Estados Unidos. En 1941 se convirtió en presidente del recién creado Club Americano del Weimaraner.
Mientras tanto, en Alemania los criadores de Weimaraner estaban sufriendo los terribles efectos del la II Guerra Mundial. Antes del conflicto, la media de cachorros nacidos por año en Alemania rondaba los 100 ejemplares. Para 1945 esa cifra había caído a su número más bajo. Los registros indican que el último año de la guerra los cachorros nacidos fueron solamente diez.
Después de la guerra, los pocos criadores que habían sobrevivido encontraron un mercado ávido de cachorros entre los cientos de miles de militares que ocuparon el país. Así comenzó un flujo constante de exportaciones en 1948 que continuó durante la década de los 50.
Pero, alarmados por la decreciente calidad de la raza y el éxodo de los buenos ejemplares al extranjero, el Club Alemán envió una resolución a sus miembros prohibiendo la venta para la exportación de más de la mitad de la camada.
Estas nuevas regulaciones, junto con el reestablecido sistema de testaje, pronto ayudaron a estabilizar la situación en Alemania. Sin embargo, la raza continuó creciendo rápidamente fuera del país.
La demanda de Weimaraners demostró ser muy fuerte en Estados Unidos gracias, principalmente, a los esfuerzos del publicista Jack Denton Scott, contratado por el Club Americano del Weimaraner para estimular el mercado americano del conocido como “fantasma gris”.
James Spencer, en su excelente libro “¡Muestra!, el entrenamiento de perro de muestra para toda la temporada” escribió que:
El Sr. Scott y sus numerosos imitadores crearon el mito del “perro maravilloso”, que primero elevó a la raza a las más altas tasas de popularidad y después la sumió casi en el olvido en América. Después de la II Guerra Mundial, los criadores que querían hacer dinero fácil salieron de sus escondites por todos lados con el objetivo de rapiñar los Weimaraners. Muchos hicieron fortunas con la raza. Pero, por supuesto, los perros no estaban a la altura de la facturación. ¿Qué raza podría estarlo? Los crédulos americanos se dieron cuenta de este hecho. La demanda (y los precios) cayeron a casi cero. El juego terminó. La raza estaba en la ruina. A los pocos aficionados serios al Weimaraner les debió parecer como la mañana después en el lugar en el que se celebró una fiesta de Año Nuevo de relevancia mundial. Primero tenían que levantar y echar a los borrachos (los criadores de dinero fácil) y luego debían limpiar todo el desorden que los “invitados” habían ocasionado.
Los pocos aficionados serios consiguieron limpiar algo del desorden del inicio, y en la década de los 60 algo del daño había sido reparado. Para los cazadores, sin embargo, la recuperación tuvo un precio. En la década de los 70, el Weimaraner se estaba convirtiendo rápidamente en otra raza de perro de muestra transformado de un cazador de animales a un cazador de premios en las exposiciones caninas. Si no llega a ser por un pequeño y dedicado grupo de aficionados a las pruebas de trabajo y cazadores, el Weimaraner habría desaparecido del campo, de los bosques y de las lagunas.
Fuente noticia: trofeocaza.com